Asmodeo (rey-demonio de la lujuria)

octubre 31, 2013

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http://luisftenorio.wordpress.com/2009/07/06/los-demonios-5-los-nombres-del-rey-del-infierno-iii/

Los demonios (5): Los nombres del rey del infierno (III)

Asmodeo

Este demonio aparece en el católico Libro de Tobías y no es cualquiera: gobierna los nueve infiernos, un verdadero emperador. En otras versiones es uno de los cuatro reyes infernales. Y en uno de los giros más curiosos en la imaginería infernal, John Weyer dice que es el croupier en la mesa de baccarat del infierno. Su nombre significa “demonio de la ira”, aunque la demonología judeocristiana lo tiene siempre como el demonio de la lujuria (algunos han querido ver ideas freudianas en esa doble condición de ira/sexo).

La presentación de Asmodeo es ambivalente. A veces es alegremente escandaloso, un tipo divertido, siempre dispuesto a una buena orgía o por lo menos a llevarse a la cama lo que le guste (una razón buenísima para que la iglesia odie el bisexualismo). Siendo una especie de duende sexual, protagoniza la leyenda más cómica de la demonología: como está enamorado de Sara asesina a nueve de sus maridos la noche de bodas antes de consumar el matrimonio. Tobías, el décimo, aconsejado por el arcángel Rafael, quema el corazón y el hígado de un pez y los vapores disgustaron tanto a Asmodeo que se fue hasta Egipto… donde Rafael lo estaba esperando para encadenarlo.

En otra leyenda más tenebrosa, cuando empezó a alcanzar su estatus de supremo jefe, Salomón lo invocó para ayudar a construir el Templo y el diablo, presa de los hechizos del rey (figura mayor de la demonología, no sólo un personaje bíblico) cumplió, pero le anunció que su reino sería dividido.


Del diablo, satán, demonios (y otros seres en las culturas). Él tiene más religiones que vidas un gato. Hechiceras y brujas

octubre 31, 2013

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EL DIABLO Y SUS SÍMBOLOS

«Entretanto, Satán, el enemigo de Dios y el Hombre, llena su mente de ambiciosas imaginaciones, extiende su raudo vuelo y explora el solitario camino que conduce a las puertas del infierno. Toma unas veces la derecha, otras la opuesta mano; ya se desliza con iguales alas por la superficie del abismo, ya se eleva cual torre aérea hacia la ardiente concavidad del firmamento.»
JOHN MILTON. El paraíso perdido.
EL ORIGEN DEL DIABLO. Especialistas, teólogos y demonólogos discuten el origen del diablo: unos dicen que se remonta a las religiones animistas del siglo X a.C. en Medio Oriente; otros creen que en el siglo VI a.C., refiriéndose a Zoroastro —Zaratustra—, profeta y reformador religioso que acabó con los dioses buenos y malos de Persia. Éste creó a un dios supremo llamado Ahura Mazda, en contraposición a Ahriman, fuerza maléfica representada por una serpiente que encabezaba un ejército de demonios. Mazda y Ahriman eran irreconciliables, una distinción muy clara ente el bien y el mal, y dio al ser humano la libertad de elegir entre uno u otro. Los esenios, secta judía que floreció en el siglo II a.C., autores de los Manuscritos del Mar Muerto, introdujeron el concepto del mal dentro del judaísmo, que en un principio no tenía ninguna figura que se pareciera al diablo, sino que las desgracias que azotaban a los humanos eran castigos divinos porque Sathan atormentaba a los justos acusándolos y sometiéndolos a distintas pruebas, ya que era su misión confiada por Dios, como en El libro de Job. Más tarde en El libro de Zacarías cambió de actitud y se volvió independiente, dedicándose a martirizar a los justos por mero gusto personal. Finalmente, en El libro de la sabiduría escrito en el siglo I a.C., se volvió tan malo que precipitó la caída del hombre y la suya propia. Se fusionaron así Ahriman el persa y con Sathan el judío. El ángel del mal y sus seguidores los ángeles caídos se arrojaron sobre la tierra como estrellas brillantes. Así nació otro nombre del diablo: Lucifer, quien trae la luz. Ver más en http://noemagico.blogia.com/2007/101401-el-diablo-y-sus-simbolos.php

LOS DEMONIOS. En el pensamiento griego los demonios son seres divinos o semejantes a los dioses por un cierto poder. El demonio de alguien se identifica también con la voluntad divina y, en consecuencia, con el destino del hombre. Luego, la palabra ha pasado a designar a los dioses inferiores y por fin a los espíritus malos. Según otra línea de interpretación, los demonios son las almas de los difuntos, genios desfavorables o temibles, intermediarios entre los dioses inmortales y los hombres vivientes, pero mortales. Un genio está ligado a cada hombre y desempeña el papel de consejero secreto, actuando por intuiciones repentinas más que por razonamientos. Es como su inspiración interior. El demonio simboliza una iluminación superior a las normas habituales, que permiten ver más lejos y con más seguridad, de un modo irreductible a los argumentos. Autoriza incluso a violar las reglas de la razón, en nombre de una luz trascendente que no es sólo el orden del conocimiento, sino también del orden del destino.
Para muchos pueblos primitivos, a diferencia del demonio interior que es como el símbolo de un lazo particular del hombre con una conciencia superior, y que desempeña a veces el papel de ángel de la guarda, los demonios son seres distintos e innumerables, que se arremolinan por todas partes para lo mejor y para lo peor. Ver más en http://noemagico.blogia.com/2007/101401-el-diablo-y-sus-simbolos.php

SATANÁS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO. La figura de Satanás fue tomando cuerpo de manera gradual, y algo difusa, en el Antiguo Testamento, pero después, durante el período de la literatura apocalíptica y apócrifa (del 200 a.C. al 150 d.C.), se definió con mayor precisión. El judaísmo siguió siendo monoteísta, de manera que Satanás no podía convertirse nunca en un principio plenamente independiente, como, por ejemplo, su “homólogo” del mazdaísmo, pero el poder que le asignó el judaísmo apocalíptico era considerable. El Señor y el diablo se percibían en una oposición a la vez ética y cósmica. Cada cual tenía su propio reino: el del Señor era luminoso, mientras que el de Satán era tenebroso. El diablo, cuyos designios eran embaucar a Israel y apartarlo de Yahvé, cosecharía algunos éxitos, pero, al final del mundo, Israel se arrepentiría y el Mesías forzaría la desaparición del imperio del diablo. Mientras tanto, el diablo comanda toda una hueste de ángeles caídos y espíritus malos que merodean por todo el mundo buscando la ruina y la destrucción de las almas
La concepción animista del mundo veía detrás de cada fenómeno o actuación de “poderes” buenos o malignos. Sobre este trasfondo, las religiones paganas desarrollaron una demonología más o menos compleja asociada a su concepción politeísta de lo divino. La religión de Israel asumió estas representaciones míticas para evocar todo lo que, en la experiencia humana, escapa a la observación directa. Por esta razón, asimiló los dioses del paganismo cananeo, convertidos en demonios, a los malos espíritus que habitan en los desiertos y las ruinas, y a los poderes de la muerte relegados a los lugares infernales; Baal-Zebub, el antiguo dios sanador de Eqrón será presentado finalmente como su príncipe. Para evocar esta fauna maléfica que instiga al hombre al mal y le produce daño, recurrió sin escrúpulos a elementos de origen babilonio, iranio e incluso griego. Hay que aguardar al siglo III antes de nuestra era para que un apócrifo, el libro de Henok, trate de organizar el mundo infernal, responsable de los desórdenes y de las desgracias de la humanidad >Ver en.
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SATANÁS EN EL NUEVO TESTAMENTO. Tras el período apocalíptico, el papel de Satanás en el judaísmo se vio considerablemente reducido, toda vez que los rabinos, que dominaron el judaísmo desde el siglo I en adelante, le prestaron escasa atención. Pero el Cristianismo se fundó y gestó en pleno período apocalíptico y, en consecuencia, el Nuevo Testamento y el subsiguiente pensamiento cristiano otorgaron a Satanás un papel importantísimo. La función del diablo es algo así como servir de contrapeso a Cristo. El mensaje nuclear del Nuevo Testamento consiste en que Cristo ha venido a salvarnos. ¿De qué? Del poder del diablo. La oposición entre el Señor y el diablo es implacable e irreductible, y cualquiera que se interponga en el camino del Salvador o trate de frustrar su plan de salvación es, de manera ya explícita ya implícita, acólito de Satanás. El diablo tiene bajo su mando a todas las fuerzas opositoras al Señor, tanto naturales como sobrenaturales, incluidos demonios, infieles, herejes y hechiceros. Ver más en http://noemagico.blogia.com/2007/101401-el-diablo-y-sus-simbolos.php

LOS NOMBRES DEL DEMONIO. El término demonio viene del griego dáimon, que era un espíritu o genio protector, no maléfico, hasta que este término pasó al Cristianismo con el significado actual de espíritu del mal. Los hebreos llamaban al espíritu maligno de gran poder a Satan, el obstructor, el enemigo. Satan se tradujo al griego como diabolos, de donde procede el diabolus latino, el diablo hispano y el devil inglés. Hay otros nombres con los que se conoce al Demonio y que se pueden leer en la Biblia: Satán, Belcebú, Behemont, Mammon, Moloch, Leviatán, Belial, Señor de las Moscas, la Gran Cabra, Señor de los Infiernos, y otros. Literalmente, el nombre Diablo tiene el sentido de calumniador
Lucifer el portador de la luz, en el Cristianismo, es uno de los nombres del diablo que se remonta a Isaías donde la bajada a los infiernos del rey de Babilonia se compara con la caída del refulgente lucero del alba (en hebreo Helal). Los padres de la Iglesia trasladaron el nombre de Lucifer a Satán, siguiendo a Lucas, donde se presenta a Satán cayendo del cielo como un rayo. Algunos grupos gnósticos consideraron a Lucifer un poder divino autóctono o también como el “primogénito de dios”. La mayoría de las veces se olvida que, como nombre antiguo del lucero del alba [Fósforo, “el portador de luz”, llamado también Heósforo, es el dios griego del lucero del alba. Se le representaba también como un joven desnudo y alado que con una antorcha en su mano abre paso ante su madre Eos y su padre Helio. Su nombre latino es Lucifer.]
EL TAROT. El Diablo aparece en el Tarot como Baphomet de los templarios, macho cabrío en la cabeza y patas, mujer en los senos y brazos.
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El Diablo, el Adversario y Perturbador es la contraimagen de Dios en el cielo como regente del infierno. Sus atributos provienen probablemente en primer lugar del demonio etrusco del mundo subterráneo, Charu: nariz de pico de buitre, orejas puntiagudas de animal, alas, y dientes como colmillos (como los del demonio Tuchulcha), que como símbolo de la muerte lleva un martillo. A ello se le añaden propiedades corporales del macho cabrío, como cuernos, patas y rabo, con lo cual esta imagen simbólica recuerda al dios de la naturaleza Pan. Más raramente se le atribuyen cascos de caballo o, como señal de división, un pie humano y un pie de caballo. Para diferenciar sus alas a las de los ángeles se le suele dotar con las alas del murciélago que revolotea por las noches. En cuadros de aquelarre de las brujas en montes de mala fama, suele llevar en el trasero un segundo rostro que sus súbditos deben besar (osculum infame). Amplificaciones legendarias del pasaje bíblico de Isaías hacen remontar la existencia del diablo a su rebelión contra Dios y su precipitación en el mundo subterráneo. Sin embargo, no siempre se representa como figura amedrentadora. En ciertas leyendas populares aparece como cazador con vestiduras verdes o rojas, y en obras plásticas medievales también como hermoso y seductor “príncipe de este mundo”, cuya espada, sin embargo, está roída y carcomida por sapos, serpientes y gusanos
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“… así continúa Satán ardorosamente su camino
a través de pantanos, precipicios y estrechos,
de vapores densos, o enrarecidos;
y con la cabeza, manos, alas y pies,
nada, se sumerge, fluctúa, se arrastra
y vuela.”
JOHN MILTON. El paraíso perdido.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=21391
Dice Eduardo Galeano que esta es una modesta contribución a la guerra del Bien contra el Mal. El autor aporta algunos identikits que nos ayudan a identificar los diversos rostros del Príncipe de las Tinieblas. En esta muestra sólo figuran los demonios de más larga duración, que desde hace siglos o milenios siguen activos en el mundo.

El Diablo es musulmán
Ya el Dante sabía que Mahoma era terrorista. Por algo lo ubicó en uno de los círculos del infierno, condenado a pena de taladro perpetuo. «Lo ví rajado», celebró el poeta en La divina comedia, «desde la barba hasta la parte inferior del vientre…»

Más de un Papa había comprobado que las hordas musulmanas, que atormentaban a la Cristiandad, no estaban formadas por seres de carne y hueso, sino que eran un gran ejército de demonios que más crecía cuanto más sufría los golpes de las lanzas, las espadas y los arcabuces.

En tiempos actuales, los misiles fabrican muchos más enemigos que los enemigos que destripan. Pero, ¿qué sería de Dios, al fin y al cabo, sin enemigos? El miedo manda, las guerras comen miedo. La experiencia prueba que la amenaza del infierno es siempre más eficaz que la promesa del Cielo. Bienvenidos sean los enemigos. En la Edad Media, cada vez que tambaleaba el trono, por bancarrota o furia popular, los reyes cristianos denunciaban el peligro musulmán, desataban el pánico, lanzaban una nueva Cruzada y santo remedio. Ahora, hace un ratito nomás, George W. Bush ha sido reelecto presidente del planeta gracias a la oportuna aparición de Bin Laden, el Satán mayor del reino, que en vísperas de la elección anunció, desde la tele, que iba a comerse a todos los niños crudos.

Allá por el año 1564, el demonólogo Johann Wier había contado los diablos que estaban trabajando en la tierra, a tiempo completo, por la perdición de las almas cristianas. Había siete millones cuatrocientos nueve mil ciento veintisiete, que actuaban divididos en setenta y nueve legiones.

Muchas aguas hirvientes han pasado, desde aquel censo, bajo los puentes del infierno. ¿Cuántos suman, hoy día, los enviados del reino de las tinieblas? Las artes de teatro dificultan el conteo. Estos engañeros siguen usando turbantes, para ocultar sus cuernos, y largas túnicas tapan sus colas de dragón, sus alas de murciélago y la bomba que llevan bajo el brazo.

El Diablo es judío
Hitler no inventó nada. Desde hace dos mil años, los judíos son los imperdonables asesinos de Jesús y los culpables de todas las culpas.

¿Cómo? ¿Que Jesús era judío? ¿Y judíos eran también los doce apóstoles y los cuatro evangelistas? ¿Cómo dice? No puede ser. Las verdades reveladas están más allá de la duda y no exigen más evidencia que su propia existencia. Las cosas son como se dice que son, y se dice porque se sabe: en las sinagogas el Diablo dicta clase, y los judíos están desde siempre dedicados a profanar hostias y a envenenar aguas benditas. Por ellos han ocurrido las bancarrotas económicas, las crisis financieras y las derrotas militares; son ellos quienes han traído la fiebre amarilla y la peste negra y todas las pestes.

Inglaterra los expulsó, sin dejar ni uno, en el año 1290, pero eso no impidió que Chaucer, Marlowe y Shakespeare, que nunca habían visto un judío, fueran obedientes a la caricatura tradicional y reprodujeran personajes judíos según el molde satanísimo del parásito chupasangre y el avaro usurero.

Acusados de servir al Maligno, estos malditos anduvieron los siglos de expulsión en expulsión y de matanza en matanza. Después de Inglaterra, fueron sucesivamente echados de Francia, Austria, España, Portugal y numerosas ciudades suizas, alemanas e italianas. Los reyes católicos, Isabel y Fernando, expulsaron a los judíos, y también a los musulmanes, porque ensuciaban la sangre. Los judíos habían vivido en España durante trece siglos. Se llevaron las llaves de sus casas. Hay quienes las tienen todavía. Nunca más volvieron.

La colosal carnicería organizada por Hitler culminó una larga historia de persecución y humillación. La caza de judíos ha sido siempre un deporte europeo. Ahora los palestinos, que jamás lo practicaron, pagan la cuenta.

El Diablo es mujer
El libro Malleus Maleficarum, también llamado El martillo de las brujas, recomendaba el más despiadado exorcismo contra el demonio que lleva tetas y pelo largo. Dos inquisidores alemanes, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, lo escribieron, por encargo del Papa Inocencio VIII, para hacer frente a las conspiraciones demoníacas contra la Cristiandad. Se publicó por primera vez en 1486, y hasta fines del siglo dieciocho fue el fundamento jurídico y teológico de los tribunales de la Inquisición en varios países.

Los autores sostenían que las brujas, harén de Satán, representaban a las mujeres en estado natural: «Toda brujería proviene de la lujuria carnal, que en las mujeres es insaciable.» Y demostraban que «esos seres de aspecto bello, contacto fétido y mortal compañía» encantaban a los hombres y los atraían, silbidos de serpiente, colas de escorpión, para aniquilarlos. Y advertían a los incautos, citando a la Biblia: «La mujer es más amarga que la muerte. Es una trampa. Su corazón, una red, y cadenas sus brazos.»

Este tratado de Criminología, que envió a miles de mujeres a las piras de la Inquisición, aconsejaba someter a tormento a todas las sospechosas de brujería. Si confesaban, merecían el fuego. Si no confesaban, también, porque sólo una bruja, fortalecida por su amante el Diablo en los aquelarres, podía resistir semejante suplicio sin soltar la lengua.

El Papa Honorio III había sentenciado que el sacerdocio era cosa de machos:

– Las mujeres no deben hablar. Sus labios llevan el estigma de Eva, que perdió a los hombres. Ocho siglos después, la Iglesia católica sigue negando el púlpito a las hijas de Eva.

El mismo pánico hace que los fundamentalistas musulmanes les mutilen el sexo y les tapen la cara. Y el alivio por el peligro conjurado mueve a los judíos muy ortodoxos a empezar el día susurrando:

– Gracias, Señor, por no haberme hecho mujer.

El Diablo es homosexual
Desde 1446, los homosexuales marchaban a la hoguera en Portugal. Desde 1497, los quemaban vivos en España. El fuego era el destino que merecían estos hijos del infierno, que del fuego venían. En América, en cambio, los conquistadores preferían arrojarlos a los perros. Vasco Núñez de Balboa, que a muchos emperró, creía que la homosexualidad era contagiosa. Cinco siglos después, escuché decir lo mismo al arzobispo de Montevideo.

Cuando los conquistadores asomaron en el horizonte, sólo los aztecas y los incas, en sus imperios teocráticos, castigaban la homosexualidad -y con pena de muerte. Los demás americanos la toleraban, y en algunos lugares la celebraban, sin prohibición ni castigo.

Esta provocación insoportable debía desatar la cólera divina. Desde el punto de vista de los invasores, la viruela, el sarampión y la gripe, pestes desconocidas que mataban indios como moscas, no venían de Europa sino del Cielo. Así Dios castigaba el libertinaje de los indios, que practicaban la anormalidad con toda naturalidad. Ni en Europa, ni en América, ni en ningún lugar del mundo se ha llevado la cuenta de los muchos homosexuales condenados al suplicio o a la muerte por el delito de ser. Nada sabemos de los tiempos lejanos, y poco o nada sabemos del ahora nomás.

la Alemania nazi, estos «degenerados culpables de aberrante delito contra la naturaleza» estaban obligados a portar un triángulo rosado. ¿Cuántos fueron a parar a los campos de concentración? ¿Cuántos murieron allí? ¿Diez mil, cincuenta mil? Nunca se supo. Nadie los contó, casi nadie los mencionó. Tampoco se supo nunca cuántos fueron los gitanos exterminados.
El 18 de setiembre del año 2001, el gobierno alemán y los bancos suizos resolvieron «rectificar la exclusión de los homosexuales entre las víctimas del Holocausto». Más de medio siglo demoraron en corregir la omisión. A partir de esa fecha, pudieron reclamar indemnización los homosexuales que habían sobrevivido en Auschwitz y otros campos, si es que alguno quedaba todavía vivo

http://www.youtube.com/watch?v=-CmM6pAiHoo

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macbeth_brujas

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http://www.tarotistas.com/secciones/esoterismo/El_evangelio_brujas

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LA FIESTA DE LA NOCHE DEL 31 DE OCTUBRE TIENE SUS ANTECEDENTES EN LAS TINIEBLAS DE LA NOCHE CULTURAL (Ejemplo walpurgis, aquelarre, halloween y por supuesto los demonios, la brujas y otros mitos como los del samhain)

octubre 31, 2013

DEMONIOS Y OTROS SERES IMAGINARIOS
Demonios del Judaísmo
Entre el mundo de la carne y del espíritu, la superstición judaica presuponía un orbe que habitaban ángeles y demonios. El censo de su población excedía las posibilidades de la aritmética. Egipto, Babilonia y Persia contribuyeron, a lo largo del tiempo, a la formación de ese orbe fantástico. Acaso por influjo cristiano (sugiere Trachtenberg) la demonología o ciencia de los demonios importó menos que la angelología o ciencia de los ángeles.
Nombremos sin embargo, a Keteh Merirí, señor del medio día y de los calurosos veranos. Unos niños que iban a la escuela se encontraron con él; todos murieron salvo dos. Durante el siglo xiii la demonología judaica se pobló de intrusos latinos, franceses y alemanes, que acabaron por confundirse con los que registra el Talmud.
Las Hadas
Su nombre se vincula a la voz latina futuro (hado, destino). Intervienen mágicamente en los sucesos de los hombres. Se ha dicho que las hadas son las más numerosas, las más bellas y las más memorables de las divinidades menores. No están limitadas a una sola región o a una sola época. Los antiguos griegos, los esquimales y los pieles rojas narran historias de héroes que han logrado el amor de esas fantásticas criaturas. Tales aventuras son peligrosas; el hada, una vez satisfecha su pasión, puede dar muerte a sus amantes.
En Irlanda y en Escocia les atribuyen moradas subterráneas, donde confinan a los niños y a los hombres que suelen secuestrar. La gente cree que poseían las puntas de flechas neolíticas que exhuman en los campos y a las que dotan de infalibles virtudes medicinales.
A las hadas les gusta el color verde, el canto y la música. A fines del siglo xvii un eclesiástico escocés, el reverendo Kirk, de Aberboyle, compiló un tratado que se titula La Secreta República de los Elfos, de las Hadas y de los Faunos. En 1815, Sir Walter Scott dio esa obra manuscrita a la imprenta. Del señor Kirk se dice que lo arrebataron las hadas porque había revelado sus misterios. En los mares de Italia el Hada Morgana urde espejismos para confundir y perder a los navegantes.
Los Sátiros
Así los griegos los llamaron; en Roma les dieron el nombre de faunos, de Panes y de silvanos. De la cintura para abajo eran cabras; el cuerpo, los brazos y el rostro eran humanos y velludos. Tenían cuernitos en la frente, orejas puntiagudas y la nariz encorvada. Eran lascivos y borrachos. Acompañaron al dios Baco en su alegre conquista del Indostán. Tendían emboscadas a las ninfas; los deleitaba la danza y tocaban diestramente la flauta. Los campesinos los veneraban y les ofrecían las primicias de las cosechas. También les sacrificaban corderos.
Un ejemplar de esas divinidades menores fue apresado en una cueva de Tesalia por los legionarios de Sila, que lo trajeron a su jefe. Emitía sonidos inarticulados y era tan repulsivo que Sila inmediatamente ordenó que lo restituyeran a las montañas.
El recuerdo de los sátiros influyó en la imagen medieval de los diablos.
(Borges)


LILITH LA MUJER DELDIABLO

octubre 31, 2013

http://multimodalfem.galeon.com/articulos/ref7.htm Los datos mas antiguos acerca de Lilith son escasos y se piensa que muchos de ellos también devienen de la confusión de los traductores ante textos de origen arcaico, caso al parecer de la atribución a la deidad Lilita.

LILITH EN SUMERIA Y MESOPOTAMIA

En la arcaica mitología sumeria los dioses emergieron de un mar infinito y abismal que representaba el caos primigenio. Lilith era la parte femenina de uno de los Abgal, siete semidioses hermafroditas que manaron del Abismo, y que eran servidores de los primeros dioses de las profundidades. Lilith se trataba de un espíritu morador del viento nocturno (llamados Lilitu o Lamatsu) cuya misión era guardar las puertas que separan el plano espiritual y el físico, por tanto actuaba como guía hacia la inmortalidad. ‘Lilith, como guía hacía la sabiduría de la inmortalidad, es representada llevando los anillos de Shem, los símbolos más antiguos para mostrar que alguien ha pasado a la inmortalidad cruzando el Submundo para alcanzar la sagrada Sabiduría del Arbol del Conocimiento’.

Lilith es el espíritu del viento, representada por una bellísima doncella alada, cuya función era conducir a los hombres al templo de Ishtar para celebrar ritos sexuales con las sacerdotisas vírgenes con el fin de obtener una transformación espiritual y la regeneración del cuerpo físico prolongando la vida. De esta forma también se hacía al hombre partícipe activo de los misterios de la feminidad que normalmente hubieran estado velados para su sexo.

Así Lilith es «la mano de Ishtar», el vínculo de los hombres con los misterios del templo, que también incluían cierta alquimia física con la sangre menstrual de las sacerdotisas. Según Juan José Abenza este es el origen del término «Mujer Escarlata», que sabemos que utilizó el mago Crowley, y que derivó del símbolo de la sangre menstrual «mágica» para relacionarse después con el cabello rojo. Así no es casualidad que a la mujer pelirroja se le atribuya un gran poder sexual.

La representación de un espíritu Lamatsu es una mujer con cabeza de leona que lleva una serpiente en cada una de sus manos y va montada sobre el bote que surca el Submundo. Pero la aparición de Lilith mas antigua se encuentra en el prólogo del Libro de Gilgamesh, donde Lilith se había establecido en el árbol sagrado de Inanna (Ishtar), entre el dragón y el pájaro zu; así era un espíritu luminoso que estaba en el centro del árbol, único nexo para establecer contacto entre el dragón-serpiente y el pájaro, con todos los simbolismos que conllevan ambos. Cuando Gilgamesh mató al dragón Lilith temió de él y huyó al desierto.

En la leyenda asiria Lilith es un espíritu protector y es representada al lado de los reyes sosteniendo en sus manos la vara y el anillo de la autoridad, coronada y flanqueada por el Pájaro de la Sabiduría y el León, señor de las bestias. Tras la llegada del patriarcado se puso fin a los ritos sexuales celebrados en el templo, eliminando la fuente principal del poder femenino ya que este era temido por su influencia sobre los hombres y por lo tanto debía ser controlado. El sacerdocio femenino desapareció y Lilith pasó a ser un demonio al que se le atribuían la muerte prematura de los bebés recién nacidos y los abortos naturales, asímismo también podía atacar a hombres adultos provocándoles pesadillas, enfermedades, esterilidad o sorbiéndoles la sangre hasta la muerte.

LILITH EN GRECIA

El aspecto negativo de esta divinidad está ya plenamente asentado entre los griegos y Lilith se corresponde con Lamia, las estriges y las empusas, todos ellos demonios femeninos y generalmente vampiros.

En la leyenda Lamia era la reina de Libia, una hermosa mujer que había engendrado hijos con Zeus. Cuando Hera lo descubrió tomó venganza obligándola a devorar a sus propios vástagos. Pero Lamia, al tener conciencia de lo que había hecho, en vez de arrepentirse y acudir a Zeus huyó, por lo cual este terminó por renegar de ella.

Lamia no había pasado la prueba que la voluntad de los dioses había dispuesto y fué transformandose en un ser nocturno y horrible que robaba los hijos a otras madres para drenarles la sangre, de la que se alimentaba; también adquirió la capacidad de deformar su cuerpo a voluntad.

Las estriges eran mujeres consideradas brujas, fruto de la unión de hombres y arpías. Estas últimas eran mujeres espantosas, aladas y provistas de ojos inmensos, pico curvo y garras retorcidas. Las estriges acechaban a sus víctimas para succionar su sangre y se alimentaban de carne humana. Y de las empusas refiere Filóstrato que siendo malignas seductoras «acostumbran a comer cuerpos hermosos y jóvenes porque la sangre de estos es pura».

LILITH HEBRAICA

Al parecer el mito de Lilith fue adoptado, y posteriormente trasformado, por los judíos del Lamatsu durante su cautiverio en Babilonia.

En el «Alfabeto de Ben Sirah», escrito entre el año 600 y el 1100, se la nombra como la primera mujer de Adán, hecha de tierra o barro al igual que él, a imagen y semejanza de la divinidad y por tanto con el mismo estatus. Era hermosa, y libre. Hasta el punto de que se negó a yacer con Adán argumentando que no tenía porque hacerlo siempre debajo de él, cosa que Adán le exigía cuando deseaba acostarse con ella. Lilith dijo «¿Porqué he de recostarme debajo de ti? Fuí creada del polvo de la tierra, por lo tanto soy igual que tu».

Adán replicó que él, siendo la imagen de Elohim, no se detendría al nivel de igualarse con Lilith, quien era simplemente una de tantas bestias en el campo creada para ayudarle, y también le hizo notar que en la Naturaleza la hembra se sometía al macho cuando tenían relaciones.

Indignada porque Adán, ante su negativa, intentó tomarla por la fuerza, invocó el nombre mágico de Dios, que dándole alas le permitió huir volando del Paraíso. De aquí se desprende la idea del poder seductor de Lilith; se debe tener en cuenta que el nombre mágico de Yahveh, el nombre secreto, el que da el poder, no se lo dió Dios ni tan siquiera a Moisés, cuando este le vió en el monte Sinaí, por el contrario Yahvé habló así: «Yo soy el que soy. He aquí lo que dirás a los hijos de Israel: EL QUE ES me ha enviado a vosotros».

Adán protestó a Dios: «Señor del Mundo, he sido abandonado por la que pusiste para ayudarme» Dios reunió a los ángeles Senoy, Sansenoy y Samangelof y les envió con la orden de devolver a Lilith al lugar que le correspondía. Recorrieron todo el orbe en su busca y al fin la hallaron junto al Mar Rojo, una región poblada por demonios lascivos. Lilith convivía con ellos y había procreado miles de «lilim», hijos mitad demonios mitad humanos.

«Vuelve con Adán sin demora» – le dijeron los ángeles – «o si no te ahogaremos en el mar». Lilith preguntó «¿Como puedo volver con Adán después de mi estancia en el Mar Rojo?». Aparte de considerar su infidelidad como motivo suficiente para no regresar al Edén afirma que tiene un pacto con Dios por el que tiene poder sobre los recién nacidos y responde que prefiere arrojarse ella misma al Mar Rojo antes que volver con Adán.

Los ángeles, confundidos, la amenazan nuevamente: «Si no regresas con Adán cien de tus hijos morirán cada día». Ella responde que en la misma manera matará a los hijos de los hombres, que los niños estarán bajo el peligro de su ira por ocho días tras su nacimiento y las niñas por veinte. Dejaron de presionarla cuando ella juró que no dañaría a ningún infante que llevase consigo la imagen o los nombres de estos tres ángeles.

En los Manuscritos del Mar Muerto se la nombra en plural «Y yo, el Sabio, declaro la grandeza de su resplandor en orden a asustar y espantar a todos los espíritus de los ángeles de la destrucción y los espíritus bastardos, demonios, Liliths, búhos y chacales, y aquellos que atacan inesperadamente para llevar por mal camino al espíritu del conocimiento».

En el Talmud Lilith es descrita como un demonio íncubo que se alimenta del semen de los hombres, en sueños, para procrear nuevos demonios que sustituyan a sus hijos muertos, pero no aparece en el «Génesis» de la Biblia , donde es susitutída por Eva, nacida de la costilla de Adán y completamente sumisa a él.

Tan solo se la nombra en Isaías 34,14 un pasaje de significación bastante oscura: «los chacales del desierto se encontrarán con las hienas y el chivo salvaje llamará a su compañero. Lilith (la lechuza) morará allí tranquila y encontrará su lugar de reposo»

LILITH, SAMAEL Y LA CAIDA

En la mitología judía el primer Adán no es el Adán que conocemos por la Biblia , se trata de un ser arquetipo, patrón en que el ser humano estaría basado después. Es llamado Adán Kadmon, representante de la humanidad, hombre y mujer en uno, hermafrodita, modelo de lo perfecto.

Al separarle el Creador en dos mitades, de distinto sexo (en el Génesis, igualmente que separó las aguas de los cielos), Adán Kadmon se transforma en una criatura desbalanceada, un humano, y finalmente le es insuflada la vida.

Precisamente a esta «imperfección» se atribuye la Caída de la pareja original (primero Adán-Lilith, después Adán-Eva) y la manifestación del arquetipo en la forma humana actual. Pero no deja de ser curioso que se acepte comunmente que fué Lilith quien se presentó en el jardín del Edén como la serpiente enroscada en el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, y de hecho en esta actitud se la expone en numerosas pinturas.

En la mitología cristiana es Satán quien cumple la función de tentador de Eva, pero en la hebráica este personaje se sincretiza en la figura de Samael, ángel de Luz, el mas poderoso de los Tronos-Ángeles que se rebeló contra Dios, que cayó finalmente derrotado al Abismo, o a los infiernos (haremos notar, aunque sin profundizar en ello, que la caída de los ángeles precipitó entonces también la caída de los humanos) Samael es esposo de Lilith y ella le dió, durante su estancia junto a los demonios en el Mar Muerto, tres hijos semihumanos semidemonios que fueron llamados «nephilim».

Es pues la Serpiente un esfuerzo conjunto entre Samael y Lilith; de ella para tomar venganza sobre Adán y de él para causar la caída de la pareja edénica, la creación mas preciada de Dios y una de las pretendidas causas de la rebelión de los ángeles. Lilith era el cuerpo de la serpiente y Samael su voz.

Samael, que rige la violencia y la destrucción, y es conocido como el «Veneno de Dios» o el Ángel de la Muerte (titulo que se le otorga porque cumple las ejecuciones de muerte ordenadas por Dios) puso al alcance de nuestros «primeros padres» el conocimiento del bien y del mal, pero al tiempo les legó la mortalidad, y a él también se le atribuye el nacimiento de Caín, concebido con Eva mediante engaño. Es llamado igualmente Lucifer, Abaddón el Exterminador y Apollyón.

LILIHT Y EL PATRIARCADO

Cuando se instauró el patriarcado las divinidades que representaban los derechos o el poder de las mujeres fueron abolidas y cayeronn en el olvido o por el contrario pasaron a ser presentadas como animales monstruosos que debían ser derrotados o aniquilados.

En cuanto estas divinidades se avienen al nuevo sistema de valores, esto es, el patriarcado, las mitologías las describen como femeninas, el caso por ejemplo de las Erinias griegas; pero cuando representan el orden de cosas que se desea erradicar y se alzan en portavoces del mismo, se las califica de feas, repulsivas, incluso peligrosas, para remitirnos también a Grecia la gorgona Medusa a la que Perseo corta la cabeza.

Lilith es pues el concepto de la mujer emancipada, en el patriarcado sinónimo de mujer de sexualidad libre, por lo tanto no distribuída por los hombres y exenta de entregar los hijos a estos, la antítesis de la madre pasiva y sacrificada entregada a la maternidad de la que hace apología el sistema patriarcal.

Nunca la mujer libre y fuerte cuya compañía desearía el varón para el mutuo crecimiento, sino la mujer «inmadura» que rechaza la maternidad. La mujer diablo.


DIA BRUJAS KAMASUTRA ORGÁNICO

octubre 31, 2013

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¿KAMASUTRA DÍA BRUJAS?

octubre 31, 2013

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BRUJAS Y HECHICERAS

octubre 31, 2013

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MUJERES CELEBRES # 106 GRANDES HECHICERAS DE LA HISTORIA NOVARO MEXICO 1970 (Tebeos y Comics - Novaro - Otros)

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BRUJAS AL DESNUDO

octubre 31, 2013

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Sucubo

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EL MARTILLO DE LAS BRUJAS «Maellus Maleficarum»

octubre 31, 2013

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http://www.scribd.com/doc/123691/El-martillo-de-las-brujas-Malleus-Maleficarum1

http://www.scribd.com/doc/123691/El-martillo-de-las-brujas-Malleus-Maleficarum2

l más famoso de todas los libros sobre brujería, Malleus Maleficarum (El martillo de los brujos) fue escrito en 1486 por dos monjes dominicos. En el acto, y a lo largo de los tres siglos siguientes, se convirtió en el manual indispensable y la autoridad final para la. Inquisición, para todos ‘los jueces, magistrados y sacerdotes, católicos y protestantes, ‘en la lucha contra la brujería en Europa.

Abarcaba los poderes y prácticas de los brujos, sus relaciones con el demonio, su descubrimiento. La Inquisición, la hoguera, la tortura, mental y física, de la cruzada contra ‘la brujería: todo esto es conocido. Y detrás de cada uno de los actos sanguinarios se encontraba este libro, a la vez justificación y manual de ‘instrucción.

Para cualquier comprensión de la historia y naturaleza de la brujería y el satanismo,Malleus

Maleficarum es la fuente importante. La primera fuente.

Los AUTORES:

Heinrich Kramer nació en Schlettstadt, ciudad de la baja Alsacia, al sudeste de Estraburgo. A edad temprana ingresó en la Orden de Santo Domingo y luego fue nombrado Prior de la Casa Dominica de su ciudad natal. Fue predicador general y maestro de teología sagrada. Antes de 1474 se lo designó Inquisidor para el Tirol, Salzburgo, Bohemia y Moravia.

]acobus Sprenger nació en Basilea. Ingresó como novicio en la Casa Dominica de esa ciudad en 1452. ‘Se graduó de maestro de teología y fue elegido Prior ‘y Regente de Estudios del convento de Colonia. En 1480 se lo eligió decano de la facultad de Teología de la Universidad. En 1488, Provincial de toda la Provincia Alemana.

Ambos fueron nombrados Inquisidores con poderes especiales, por bula papal de Inocencio VIII,

para que investigasen los delitos de brujería de las provincias del norte de Alemania.Malleus

Maleficarum es el resultado final y autorizado de esas investigaciones y estudios

EL MARTILLO DE LAS BRUJAS «Maellus Maleficarum» Carl Sagan

26 oct 06 Autor: recitales En: ARTICULOS MISTICOS

El texto escrito por Carl Sagan cuenta los orígenes del Maellus Maleficarum y sus terribles consecuencias en toda Europa y posteriormente en Estados Unidos, llevadas a cabo por la iglesia católica y protestante.

La obsesión con los demonios empezó a alcanzar su cenit cuando, en su famosa Bula de 1484, el papa Inocencio VIII declaró: “Ha llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con ángeles malos, íncubos y súcubo, y que, mediante sus brujerías, conjuros y hechizos sofocan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las mujeres”.

Además de generar otras muchas calamidades. Con esta bula, Inocencio inició la acusación, tortura y ejecución sistemática de incontables «brujas» de toda Europa. Eran culpables de lo que Agustín había descrito como «una asociación criminal del mundo oculto». A pesar del imparcial «miembros de ambos sexos» del lenguaje de la bula, las perseguidas eran principalmente mujeres jóvenes y adultas. Ser bruja era la peor acusación que podía caer en una mujer, puesto que significaba que practicaba el infanticidio caníbal, que bailaba desnuda, que practicaba el sexo promiscuo. Significaba ser parte de las pesadillas de la sociedad.

Muchos protestantes importantes de los siglos siguientes, a pesar de sus diferencias con la Iglesia católica, adoptaron puntos de vista casi idénticos. Incluso humanistas como Desiderio Erasmo y Tomás Moro creían en brujas. «Abandonar la brujería – decía John Wesley, el fundador del metodismo- es como abandonar la Biblia.» William Blackstone, el célebre jurista, en sus Comentarios sobre las leyes de Inglaterra (1765), afirmó:

“Negar la posibilidad, es más, la existencia real de la brujería y la hechicería equivale a contradecir llanamente el mundo revelado por Dios en varios pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento”.

El papa nombró a Kramer y Sprenger para que escribieran un estudio completo utilizando toda la artillería académica de finales del siglo XV. Con citas exhaustivas de las Escrituras y de eruditos antiguos y modernos, produjeron el Maellus Maleficarum, «martillo de brujas», descrito con razón como uno de los documentos más aterradores de la historia humana. La demonología que el Malleus maleficarum contenía presuntamente servía para identificar los poderes de brujas y brujos, sus vínculos con el diablo y las relaciones sexuales de las brujas con los incubos y de los brujos con los sucubos. La obra maldita de los frailes dominicos adquirió prestigio como un vehículo para desvelar las representaciones terrestres del príncipe de las tinieblas. Pese a que la idea de este manual fue bendecida por la iglesia católica, lo cierto es que también fue fervorosamente abrazado por la contraparte protestante y posteriormente cultivada con especial ahínco durante la Contrarreforma.

Lo que el Maellus venía a decir, prácticamente, era que, si a una mujer la acusan de brujería, es que es bruja. La tortura es un medio infalible para demostrar la validez de la acusación. El acusado no tiene derechos. No tiene oportunidad de enfrentarse a los acusadores. Se presta poca atención a la posibilidad de que las acusaciones puedan hacerse con propósitos impíos: celos, por ejemplo, o venganza, o la avaricia de los inquisidores que rutinariamente confiscaban las propiedades de los acusados para su propio uso y disfrute. Su manual técnico para torturadores también incluye métodos de castigo diseñados para liberar los demonios del cuerpo de la víctima antes de que el proceso la mate. Con el maellus en mano, con la garantía del aliento del papa, empezaron a surgir inquisidores por toda Europa.

Rápidamente se convirtió en un provechoso fraude. Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados o sus familias; hasta las dietas de los detectives privados contratados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, los banquetes para los jueces, los gastos de viaje de un mensajero enviado a buscar a un torturador más experimentado a otra ciudad, y los haces de leña, el alquitrán y la cuerda del verdugo. Además, cada miembro del tribunal tenía una gratificación por bruja quemada. El resto de las propiedades de la bruja condenada, si las había, se dividían entre la Iglesia y el Estado. A medida que se institucionalizaban estos asesinatos y robos masivos y se sancionaban legal y moralmente, iba surgiendo una inmensa burocracia para servirla y la atención se fue ampliando desde las brujas y viejas pobres hasta la clase media y acaudalada de ambos sexos. Cuantas más confesiones de brujería se conseguían bajo tortura, más difícil era sostener que todo el asunto era pura fantasía. Como a cada «bruja» se la obligaba a implicitar a algunas más, los números crecían exponencialmente. Constituían «pruebas temibles de que el diablo sigue vivo», como se dijo más tarde en América en los juicios de brujas de Salem. En una era de credulidad, se aceptaba tranquilamente el testimonio más fantástico: que decenas de miles de brujas se habían reunido para celebrar un aquelarre en las plazas públicas de Francia, y que el cielo se había oscurecido cuando doce mil de ellas se echaron a volar hacia Terranova. En la Biblia se aconsejaba:»no dejarás que viva una bruja” En Gran Bretaña se contrató a buscadores de brujas, también llamados «punzadores», que recibían una buena gratificación por cada chica o mujer que entregaban para su ejecución. No tenían ningún aliciente para ser cautos en sus acusaciones. Solían buscar «marcas del diablo» -cicatrices, manchas de nacimiento o nevi- que, al pincharlas con una aguja, no producían dolor ni sangraban. Una simple inclinación de la mano solía producir la impresión de que la aguja penetraba profundamente en la carne de la bruja. Cuando no había marcas visibles, bastaba con las «marcas invisibles». En las galeras, un punzador de mediados del siglo XVII «confesó que había causado la muerte de más de doscientas veinte mujeres en Inglaterra y Escocia por el beneficio de veinte chelines la pieza». En los juicios de brujas no se admitían pruebas atenuantes o testigos de la defensa. En todo caso, era casi imposible para las brujas acusadas presentar buenas coartadas; las normas de las pruebas tenían un carácter especial. Por ejemplo, en más de un caso el marido atestiguó que su esposa estaba durmiendo en sus brazos en el preciso instante en que la acusaban de estar retozando con el diablo en un aquelarre de brujas; pero el arzobispo, pacientemente, explicó que un demonio había ocupado el lugar de la esposa. Los maridos no debían pensar que sus poderes de percepción podían exceder los poderes de engaño de Satanás. Las mujeres jóvenes y bellas eran enviadas forzosamente a la hoguera. Los elementos eróticos y misóginos eran fuertes, como puede esperarse de una sociedad reprimida sexualmente, dominada por varones, con inquisidores procedentes de la clase de los curas, nominalmente célibes. En los juicios se prestaba atención minuciosa a la calidad y cantidad de los orgasmos en las supuestas copulaciones de las acusadas con demonios o el diablo y a la naturaleza del «miembro» del diablo (frío, según todos los informes). Las «marcas del diablo» se encontraban «generalmente en los pechos o partes íntimas», según el libro de 1700 de Ludovico Sinistrani. Como resultado, los inquisidores, exclusivamente varones, afeitaban el vello púbico de las acusadas y les inspeccionaban cuidadosamente los genitales. En la inmolación de la joven Juana de Arco a los veinte años, tras habérsele incendiado el vestido, el verdugo de Ruán apagó las llamas para que los espectadores pudieran ver «todos los secretos que puede o debe haber en una mujer». En Wurzburgo, Alemania, en un solo año hubo veintiocho inmolaciones públicas, con cuatro a seis víctimas de promedio en cada una de ellas, en esta pequeña ciudad. Era un microcosmos de lo que ocurría en toda Europa. Nadie sabe cuantos fueron ejecutados en total: quizá cientos de miles, quizá millones. Los responsables de la persecución, tortura, juicio, quema y justificación actuaban desinteresadamente. Sólo había que preguntárselo. No se podían equivocar. Las confesiones de brujería no podían basarse en alucinaciones, por ejemplo, o en intentos desesperados de satisfacer a los inquisidores y detener la tortura. En este caso, explicaba el juez de brujas Pierre de Lancre (en su libro de 1612, Descripción de la inconstancia de los ángeles malos), la Iglesia Católica estaría cometiendo un gran crimen por quemar brujas. En consecuencia, los que plantean estas posibilidades atacan a la Iglesia y cometen ipso facto un pecado mortal. Se castigaba a los críticos de las quemas de brujas y, en algunos casos, también ellos morían en la hoguera. Los inquisidores y torturadores realizaban el trabajo de Dios. Estaban salvando almas, aniquilando a los demonios. Desde luego, la brujería no era la única ofensa merecedora de tortura y quema en la hoguera. La herejía era un delito más grave todavía, y tanto católicos como protestantes la castigaban sin piedad. En el siglo XVI, el erudito William Tyndale cometió la temeridad de pensar en traducir en Nuevo Testamento al inglés. Pero, si la gente podía leer la Biblia en su propio idioma en lugar de hacerlo en latín, se podría formar sus propios puntos de vista religiosos independientes. Podrían pensar en establecer una línea privada con Dios sin intermediarios. Era un desafío para la seguridad del trabajo de los curas católicos romanos. Cuando Tyndale intentó publicar su traducción, le acosaron y persiguieron por toda Europa. Finalmente le detuvieron, le pasaron a garrote y después, por añadidura, le quemaron en la hoguera. A continuación, un grupo de pelotones armados fue casa por casa en busca de ejemplares de su Nuevo Testamento (que un siglo después sirvió de base de la exquisita traducción inglesa del rey Jacobo). Eran cristianos que defendían piadosamente en cristianismo impidiendo que otros cristianos conocieran las palabras de Cristo. Con esta disposición mental, este clima de convencimiento absoluto de que la recompensa del conocimiento era la tortura y la muerte, era difícil ayudar a los acusados de brujería.

La quema de brujas es una característica de la civilización occidental que, con alguna excepción política ocasional, declinó a partir del siglo XVI. En la última ejecución judicial de brujas en Inglaterra se colgó a una mujer y a su hija de nueve años. Su crimen fue provocar una tormenta por haberse quitado las medias.

En nuestra época es normal encontrar brujas y diablos en los cuentos infantiles, la Iglesia católica y otras Iglesias siguen practicando exorcismos de demonios y los defensores de algún culto todavía denuncian como brujería las prácticas rituales de otro. Todavía usamos la palabra «pandemónium» (literalmente, todos los demonios). Todavía se califica de demoníaca a una persona enloquecida o violenta. (Hasta el siglo XVIII no dejó de considerarse la enfermedad mental en general como adscrita a causas sobrenaturales; incluso el insomnio era considerado un castigo inflingido por demonios). Más de la mitad de los norteamericanos declaran en las encuestas que «creen» en la existencia del diablo, y el diez por ciento dicen haberse comunicado con él, como Martin Lutero afirmaba que hacía con regularidad. En un «manual de guerra espiritual», titulado Prepárate para la guerra, Rebecca Brown nos informa de que el aborto y el sexo fuera del matrimonio, «casi siempre resultan en infestación demoníaca»; y que la «música rock no ‘surgió porque sí’, sino que era un plan cuidadosamente elaborado por el propio Satanás.

Se hicieron multitud de ediciones del «Martillo de las Brujas», cosa muy a tener en cuenta, partiendo de la idea de que entonces se hacían pocas ediciones de libros y que pocos eran los que sabían leer y escribir, a parte de monjes, clérigos y determinados nobles. En las antiguas Grecia y Roma sólo las prácticas mágicas tendientes a causar daños eran condenadas y castigadas; la hechicería benefactora estaba permitida e incluso oficializada. Había la creencia de que ciertas personas podían dañar a otras en lo económico, lo político, lo atlético y en los empeños amorosos y que incluso podían causar la muerte. Dichas actividades eran patrimonio exclusivo de los dioses, quienes, contrariamente al Dios judeocristiano, no eran solamente buenos sino que estaban sujetos a los mismos impulsos de los seres humanos (y también a la hechicería humana). Ciertas diosas —por ejemplo, Diana, Selene o Hecate— estaban asociadas con la práctica de la magia malevolente, misma que ocurría por la noche de acuerdo con un ritual determinado, con su propia parafernalia y hechizos. Una historia contada por Apolius en el Asno de oro (siglo II, d.C.), que probablemente refleja una creencia popular, se centra en una presunta tendencia de las brujas de Tesalia (una región conocida por sus brujas) a roer los rostros de los hombres muertos; dichas brujas tenían el poder de asumir diversas formas animales para llevar a cabo sus tétricos propósitos.

Entre los pueblos germanos que se extendieron por Europa durante la decadencia y caída del imperio romano, el temor a las brujas también se filtró. Aquí nuevamente los dioses son patrocinadores y practicantes de hechicería, aunque del mismo modo los reyes practican y sufren la brujería malevolente.

Las leyes, tanto civiles como eclesiásticas, contra la práctica y creencias de la brujería se activaron en España y en Galicia a principios de la era cristiana. Carlomagno y otros gobernantes francos condenaron dichas prácticas y creencias como malignas y supersticiosas, por lo que aprobaron leyes más severas, incluyendo la pena de muerte, para castigarlas. Los concilios y líderes eclesiásticos en ocasiones vituperaban la creencia en la brujería, considerándola como mera superstición y alucinación, como una reliquia del paganismo. Sin embargo otras veces declaraban que era una práctica maligna que debía ser suprimida.

2.- Algunas cifras.

Las cifras, por inesperadas, resultan asombrosas. Basándose en los resultados más recientes de investigación, se calcula que hubo cerca de 100.000 causas de brujería en Europa, de las cuales, la mitad, o sea, unas 50.000 personas acabaron en la hoguera. Pero, como podemos ver, la intensidad de las persecuciones varió mucho de país a país.

La densidad de persecución de brujas en Europa (Behringer1998:65 f )2 1.País 2.Ejecuciones (por cada mil) 3.Habitantes c. 1600 1.Portugal 2.7 (0,0007) 3.1000.000 1.España 2.300 (0,037) 3.8.100.000 1.Italia 2.1000? (0,076) 3.13.100.000 1.Países Bajos 2.200 (0,133) 3.1.500.000 1.Francia 2.4000? (0,200) 3.20.000.000 1.Inglaterra/Escocia 2.1500 (0,231) 3.6.500.000 1.Finlandia 2.115 (0,238) 3. 350.000 1.Hungría 2.800 (0,267) 3.3.000.000 1.Bélgica/Luxemburgo 2.500 (0,384) 3.1.300.000 1.Suecia 2.350 (0,437) 3.800.000 1.Islandia 2.22 (0,440) 3.50.000 1.Chequia/Slovaquia 2.1000? (0,500) 3.2.000.000 1.Austria 2.1000? (0,500) 3.2.000.000 1.Dinamarca/Noruega 2.1350 (1,391) 3.970.000 1.Alemania 2.25000 (1,563) 3.16.000.000 1.Polonia/Litauia 2.10000? (2,941) 3.3.400.000 1.Suiza 2.4000 (4,000) 3.1.000.000 1.Lichtenstein 2.300 (100,000) 3.3.000

La mitad de las quemas de brujas se produjeron como vemos en los estados alemanes, donde fueron ejecutadas 25.000 personas. Más poniendo el número de ejecuciones en relación con el de habitantes, vemos que Lichtenstein es el lugar donde más cruda fue la persecución: 300 quemas con relación a 3000 habitantes, corresponde a un 10 % de la población.

Según unas fuentes la muerte, en ejecución publica, de la primera bruja se produjo durante el año 1274, en Toulon (Francia). Es el primer caso documentado que la inexorable y cruenta Inquisición. Se llamaba Angele, una pobre mujer, viuda y sin fortuna, de mas de cincuenta años, que fué acusada de tener relaciones de todo tipo con el mismísimo Satanás.

Las relaciones mas escabrosas, diabólicas y satánicas están detalladas en los libros, y fueron de carácter sexual, tuvieron como consecuencia el nacimiento de un niño monstruoso, descrito en los documentos de entonces, relativos al proceso, como un ser vivo híbrido, dotado de una poderosa cabeza de lobo, y largo y escamoso rabo de serpiente. Solo su tronco y extremidades, fueron aparentemente de tipo normal, sus exigencias vitales, llegaban al extremo de necesitar alimentarse con la carne y la sangre de otros niños. La Bruja madre robó y asesinó bebés para dar de comer a su querido engendro, hasta que fue descubierta y procesada. Estocolmo, 1669, una junta de investigación de Estocolmo (Suecia) sometió a interrogatorio a unos 300 niños pertenecientes a las parroquias de Elfdal y Mora. Situadas en la región de Dalarne, que se encuentra lejana a Estocolmo. Los funcionarios del gobierno condenaron a ser quemadas a unas setenta mujeres acusadas de brujería por niños, como también a 15 de los pequeños delatores a los que se les acusaba de haber acudido en compañía de las supuestas brujas a uno de sus infernales aquelarres. Otros 36 niños de nueve y doce años que fueron acusados del mismo delito, recibieron el horrible castigo de ser azotados durante un año todos los domingos frente a la Iglesia, mientras que los otros infantes más jóvenes aun, fueron solamente azotados en el mismo lugar tres domingos seguidos.

Todas estas ejecuciones tuvieron un reflejo brutal en otros pueblos cercanos y volvieron a producirse más hogueras y más muertes después de juicios descaradamente sumarios y poco serios. El horror de la fiebre de los inquisidores en el norte de Europa se había desatado con saña infernal.

En cuestión se trataba de una serie de supersticiones muy difundidas entre la inmensa mayoría de los pueblos nórdicos, mediante la cual todo el mundo sea cual fuere su clase social, creía en ninfas, duendes, espíritus y hechiceras capaces de levantar tempestades, ganar batallas y conseguir una protección especial llamada «Diabólica» por los Inquisidores.

Hay que decir que sin embargo en los países nórdicos nunca fue tan cruel la persecución a las hechiceras y brujas como en la Europa Central. La documentación correspondiente a la primera parte de la Edad Moderna, es tan abundante, que nos permite con gran seguridad decir cuántas de las quemas de brujas registradas se debieron a la Inquisición.

En España, Portugal e Italia, el Santo Oficio tenía tanto que hacer persiguiendo a judíos, mahometanos y protestantes, que no le quedaba tiempo para perseguir también a las brujas. La revisión sistemática de los archivos inquisitoriales nos demuestra algo muy distinto. Se calculó que la Inquisición en los países católicos del Mediterráneo llevó a cabo entre 10.000 y 12.000 procesos de brujería, que, no obstante, fueron sentenciados con penas menores o absolución.

Las teorías demonológicas no fueron asunto exclusivo de la Teología. Filósofos, matemáticos y físicos debatían seriamente dichas especulaciones en el seno de las universidades europeas más prestigiosas y duró hasta principios del siglo XVIII.

Al principio, España siguió a la zaga de otros países. De 1498 a 1522, el Santo Oficio condenó a once brujas a la hoguera. En 1526, la élite de teólogos española se reunió en Granada para elaborar unas nuevas instrucciones con respecto a la brujería. Dichas instrucciones no tuvieron su igual en otras partes.

a.- Cualquier bruja que voluntariamente confiese y muestre señales de arrepentimiento, será reconciliada sin confiscación de bienes, y recibirá penas salutarias para sus almas.

b.- Nadie será arrestado en base de las confesiones de otras brujas.

c.- Los Jueces averiguarán si las personas por ellos detenidas, ya han sido anteriormente sometidas a tortura por otras justicias.

d.-“ Preguntando a los demás residentes de la casa os enteraréis de si dichas personas, en la noche que aseguran haber asistido a la junta de brujas, realmente se ausentaron de casa, o si, por el contrario, estuvieron en ella toda la noche sin salir ”.

e.- Las instrucciones contenían también un párrafo, según el cual, todos los casos referentes a tan complicada materia, deberían siempre ser remitidos al Inquisidor General y su Consejo.

Con las instrucciones de 1526, se consiguió librar a España de la quema de brujas durante la mayor parte del siglo XVII.

Influida por Francia, en 1610, la Inquisición española volvió a introducir en el norte de España la pena de la hoguera. En total 7000 personas fueron acusadas de brujería. Todo ello podría haber terminado en un auténtico holocausto. Más, por suerte, el inquisidor Salazar, encargado de las pesquisas, se había comprometido a conseguir pruebas sobre la existencia de la temida secta diabólica.

En su informe al Inquisidor General, Salazar concluye: «No hubo brujos ni embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos.» Dicha investigación contribuyó a la definitiva abolición de las quemas de brujas en todo el Imperio Español.

De esta exposición histórica podemos sacar las siguientes conclusiones:

1. Mientras que la Inquisición solía mostrarse dura y tajante con judíos, mahometanos y protestantes, se mostró inusitadamente blanda en cuanto al castigo de la brujería y otras formas de delitos mágicos. Tan blanda, que considerado con los ojos de un europeo del norte o del centro de Europa, debió resultar un escándalo.

2. La Inquisición podía haber causado un holocausto de brujos en los países católicos del Mediterráneo – mas la historia nos demuestra algo muy diferente – la Inquisición fue aquí la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible.

Porque la creencia en las brujas, no fue – como mucha gente cree, y como puede leerse por ejemplo en la Enciclopedia de la brujería y demonología de Robbins (1959, 1992) – invención de la Iglesia.

El concepto popular de la brujería como poder natural innato de la persona, se seguía rechazando. Sin embargo se admitía la existencia de brujas. Mas dichas brujas, para poder obrar, tenían necesariamente que haber pactado con el demonio. Del mismo modo se redefinió el don brujeril de transformarse en animales. Que el alma humana pudiera meterse en un animal – desde un punto de vista teológico -era imposible. Si la bruja se creía capaz de algo así, se lo debía al arte ilusorio del demonio. “Cuando la bruja se «come» a un ser humano, no es, así pues, la carne sino el «espíritu» de la carne, lo que devora. Pero esto se cree suficiente para que la víctima se consuma y muera.”

«A nadie le hagan creer, que un ser humano realmente pueda transformarse en animal», dice el Compendium maleficarum de Guazzo de 1608. A continuación siguen refinadas explicaciones de cómo el demonio puede inducir a una bruja a creerse transformada en lobo. Por ejemplo puede el demonio del simple aire crear una forma de lobo e introducirse él dentro de la misma, para hacer luego todo tipo de descalabros. Mientras tanto, yace la bruja en su cama y experimenta su apariencia de lobo como un hecho absolutamente real. En caso de que alguien consiguiese herir al ilusorio lobo, el demonio parte del cuerpo, de modo que la bruja, al despertar, crea firmemente que todo ha ocurrido en realidad (Guazzo 1929:51).

Parece que nos hallamos ante un único e idéntico complejo de tradiciones, difundido por todo el viejo mundo. Puede comprobarse lo mucho que tienen en común las creencias brujeriles europeas, asiáticas y africanas. Las ideas, por ejemplo, de juntas secretas de brujas, que en sus «aquelarres» nocturnos celebran banquetes a base de la carne de sus propios parientes; y la de que la brujería sea un poder innato para dañar a otros, transformarse en animales y volar por los aires, las comparten los tres continentes.

Incluso algo tan específico como es el dejar en la cama un cuerpo fingido, en lugar del propio, mientras la bruja acude al aquelarre, lo encontramos tanto en Asia, como en África y Europa. Son especialmente asombrosas las similitudes entre las creencias en brujas de Europa y la India, las cuales, en ambos casos, se remontan a la temprana Antigüedad (Henningsen 1997).

Para una mente teológica, la brujería resultaba absolutamente inaceptable. Por eso la Iglesia desechó desde un principio estas creencias como supersticiones paganas. De ello tenemos ejemplo en Dinamarca:

En el año 1080 escribió el papa Gregorio VII al rey Harald de Dinamarca quejándose de que los daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más bárbaro.

El papa conminaba al rey danés para que enseñase a su pueblo, que aquellas desgracias eran voluntad de Dios, la cual deberían complacer con penitencias y no castigando a presuntas autoras.

La sabiduría de esta postura se refleja también en una crónica eclesiástica, al referir el caso de tres mujeres, quemadas por envenenadoras y perdedoras de personas y cosechas en 1090, cerca de Munich, diciendo de ellas, que murieron mártires.

El manual de Eymeric de 1376 no entra en el terreno de las brujas, pero reproduce la condena que el Canon episcopi (incluido en el Decreto de Graciano 1140) hace de aquellas mujeres que se creen capaces de volar por las noches en el cortejo de la diosa Diana. Por añadidura, dicho manual de Eymeric incluye el decreto del papa Juan XXII, de 1326, contra diversas formas de culto al demonio. En la versión comentada que Francisco Peña publicó en 1578 del manual de Eymeric, se habla bastante sobre la conjuración al demonio y la relación que con éste tienen los magos; pero la mención del aquelarre sigue brillando por su ausencia. En todos esos manuales es notorio, que el sortilegio ocupa el último lugar en la jerarquía de las herejías (Bethencourt 1994:180 f.).

La sabia postura de la Iglesia cambia alrededor de 1400, al ser reinterpretada la noción popular de la brujería, de modo que ésta resultaba también posible desde el punto de vista teológico. Los detalles sobre lo que se consideraba una nueva secta de brujos los encontramos, por primera vez, en dos tratados escritos a mediados de la década de 1430. El uno: Ut magorum et maleficiorum errores, por Clode Tholosan, juez seglar en la provincia de Dauphine. El otro: Formicarius, por el domínico Juan Nider. Con ambos se inicia la interminable serie de tratados demonológicos de los siglos XV, XVI y XVII.

Un problema especial representaba para los teólogos el supuesto vuelo de las brujas. Según la noción popular, el alma humana abandona el cuerpo, dejando a este yacer como sin vida. En tanto una persona no esté muerta, el alma y el cuerpo son inseparables. Si el demonio fuese capaz de extraer el alma del cuerpo de la bruja y devolverla luego a éste, sería un milagro – y no un milagro cualquiera – sería comparable al milagro de la Resurrección. La creencia de que las brujas se juntaban en asambleas nocturnas, como anteriormente se ha dicho, databa de muy antiguo. Pero la idea de que ocurriese bajo los auspicios del demonio, era innovación de los demonólogos.

Contemplemos ahora la revisión cronológica que se ha hecho de la persecución de brujas en Europa. No hace aún mucho tiempo que los historiadores coincidían en culpar a la Inquisición del surgimiento de dicha persecución.

Durante todo el siglo XIV cientos de hombres y mujeres, acusados de brujería, habrían sido quemados por las Inquisiciones de Toulouse y Carcasonne.

A partir de Hansen se sugiere también la seductora idea de que la Inquisición, tras haber exterminado a cátaros y valdenses, se volcó sobre las brujas para no quedarse inactiva.

La investigación más reciente ha demostrado algo totalmente distinto. Todos los datos sobre la sangrienta caza de brujas en el sur de Francia se remontan a un libro de divulgación escrito por el novelista francés Lamothe-Langon (1829). A mediados de 1970 un historiador inglés y otro americano demostraron, independientemente uno de otro, que las fuentes medievales presentadas por Lamothe-Langon jamás existieron, sino que las había inventado él para sazonar su relato (Cohn 1975; Yieckhefer 1976).

A raíz de este descubrimiento, la cronología se ha retrasado con casi cien años. La nueva imagen que se perfila se puede resumir como sigue: Los primeros aunque escasos informes datan de 1360. 0 sea, un siglo después de la supuesta quema en Toulouse. No fue la Inquisición quien inició la persecución sino la justicia civil en Suiza y Croacia. Resulta interesante ver cómo la Inquisición de Milán no sabía qué hacer con dos caminantes nocturnas, que en 1384 y 1390 confesaron haber participado en una especie de aquelarre blanco en el que el hada Madonna Oriente les instruía en la forma de ayudar a la gente a combatir la brujería.

Parece ser que la legalización de la caza de brujas tuvo su origen en las exigencias del pueblo, que presionaba a los tribunales civiles. Poco a poco, la Iglesia también hubo de adaptarse a esta corriente; pero la Inquisición no aparece involucrada en ese tipo de persecuciones con anterioridad al siglo XV.

Con el fin de obtener una idea más exacta de la participación del Santo Oficio en la caza de brujas, se ha examinado la relación de procesos hecha por Richard Kieckhefer, y se ha podido comprobar que los procesos por brujería propiamente dicha -en tanto cuanto estos puedan diferenciarse de los procesos por magia-están repartidos entre tribunales civiles, episcopales y de Inquisición.

De un cálculo aproximado de 1000 causas, el 63% fue juzgado por las autoridades civiles; el 17% corresponde a tribunales episcopales, mientras que el 20% corresponde a la Inquisición. La mitad de las 200 causas de que se trata, se debieron al inquisidor Heinrich Institoris, cuya persecución de brujas en el año 1484 había sido autorizada por una bula del papa Inocencio VIII.

Teniendo en cuenta la gran inseguridad que los cálculos ofrecen, a causa del material perdido y de la escasez de información sobre las cifras de las víctimas, todo parece indicar que la Inquisición no jugó tan importante papel, como invariablemente se le adjudica, en la persecución de brujos durante la Edad Media.

Bueno, eso en cuanto a la Edad Media. Pero ¿qué puede decirse de la Inquisición y la Edad Moderna?

Vewnos: Para el año 1525 aproximadamente, los tribunales inquisitoriales de Europa se habían extinguido y la Era del Santo Oficio medieval había tocado su fin. Entre tanto, una nueva forma de Inquisición había visto la luz del día. Se trata de una Inquisición «moderna», instituida sobre bases nacionales. La primera de este tipo se estableció en España, en 1478, con bula papal. A la Inquisición española, le siguieron la portuguesa (1531), y la «romana» (1542) 3.- La oración de las brujas. Como convertirse en bruja.

Las Brujas han ocupado siempre en la tradición popular un lugar preponderante. Entre muchos textos extraídos de la “Tradición» está este singular y antiguo texto que se ha venido repitiendo con variaciones a través de las centurias. Era la manera de convertirse en Bruja, si una mujer verdaderamente estaba predestinada a ello. Se acostumbraba a rezar antes una oración:

Su rezo era una especie de «Padre Nuestro» es decir una oración destinada a recibir los favores de «la oscuridad» y por la zona de Galicia (España) se recitaba comúnmente:

Pai sodes noso escollido Para vos a gloria dar. Pai sodes noso soleante Para gloria vos dar; Pai sodes noso no Xardín Para gloria nos dar Amai vos este meu corpo Pra vosa alma consolar Amén.

También se rezaba otra pequeña oración que venía a ser un «Acto de Fé» brujeril, este pequeño ejemplo procede de los casi desconocidos bosques de Portugal:

Credo saiba de mim – En certa estou, creio que non son padre – Na groria en que estou. Creio e quero creer – Como elle o illudiu se Antonio e un duro – Sua gloria o permitiu.

Al tocar las doce de una noche con luna llena y sábado tercero de un año bisiesto, encenderás un fuego en la cocina, después recita 3 veces y echando al fuego sal, incienso resina blanca alcanfor y azufre:

Mikael dios del sol y del rayo, Samuel dios de los volcanes, Anoel dios de la luz, Astarot, Lucifer. Belzebú, espíritus superiores de los infiernos, dominadores de las inmensidades etéreas, sumo poder del infierno, atiende al ruego de la que aspira a ser tu esclava y transforma este fuego en las llamas del infierno.

Coloca las brasas en un caldero de cobre en el cual arrojarás el corazón de un macho cabrio, un sapo vivió y un cuarterón de azufre. Cuando esto todo este humeando empezaras a desnudarte y te untarás el cuerpo con manteca para después pronunciar estas frases mágicas:

Adonai, Sibila, Tiberina, Hermes, Magos, Dragones infernales. Gran Pitonisa de Endor, dadme el poder de volar al aquelarre. Sombras que a estas horas vagáis por el reino de las tinieblas, espíritus diabólicos, hijos de Satanás, admitirme en vuestras saturnales y en vuestros aquelarres. Dacme vuestra gracia, el valor y ciencia necesarios para practicar prodigios y ganar fortunas. Dadme parte en vuestros ritos, vuestras alegrías y vuestros tormentos. El fuego que el macho cabrio que os preside arroje su fuerza por mi boca, inflame mi pecho y me haga acreedora a sus caricias y adoración. Del rey de la noche y de todos vosotros soy esclava y sierva en cuerpo y alma. A vosotros me entrego en cuerpo y alma.» Tenebras filio azpak Phares Nishkhap Nisan.»

4.- Salem: todas ellas eran brujas.

La epidemia de brujería de Salem de 1692 es uno de los capítulos más oscuros en la historia de la intolerancia en el mundo. ¿Qué fue lo que causó la cacería de brujas en Salem, después de que el genocidio femenino se desvaneciera en Europa?. Muchos han sido los escritores e investigadores que han buscado una respuesta a la pregunta anterior desde el siglo XVII.

Por ejemplo, los clérigos coloniales de Estados Unidos, vieron en aquellos eventos la intervención directa del diablo para trastocar el bienestar común puritano que se había construido sobre los preceptos bíblicos en el nuevo continente. Autores posteriores hicieron a un lado la hipótesis diabólica, enfocándose en otras causas, algunas de ellas tan risibles como la de la presencia maléfica; nos remitiremos a las causas esbozadas y embozadas en el siglo XVII.

Los puritanos ingleses que se asentaron en el siglo XVII en Nueva Inglaterra creían, al igual que sus contrapartes europeos, en la existencia del diablo, así como en la posibilidad de que la brujería afectara su vida diaria. Se creía que las brujas eran seres humanos, especialmente mujeres, que habían acordado servir al diablo. Como pago a los favores que el ángel caído les otorgaba, las brujas debían traer la ruina a las comunidades cristianas donde vivían.

En Europa existen documentos fechados en el siglo XV que ya hablan de la persecución y quema de brujas. La brujería fue considerada desde siempre una herejía contra la iglesia y el castigo por esta falta era la hoguera o el empalamiento. Debido a su posición geográfica y a algunas diferencias culturales y religiosas con el resto de Europa, Inglaterra escapó durante varios años a la histeria de la quema de brujas. En la rubia albión, la brujería era considerada una felonía contra el Estado, y los felones eran colgados. Las mayores epidemias de brujas en Inglaterra ocurrieron durante periodos de convulsión política o social, por ejemplo, durante la guerra civil, cuando, en el decenio de 1640, alrededor de 200 brujas fueron ejecutadas. Pese a todo, el actual Reino Unido aportó poca leña a la quema total de brujas en Europa, cifra que se estima en 200 mil personas, casi todas mujeres.

Una de las comunidades más grandes que se estableció en una de las bahías de Massachusetts fue precisamente la de Salem, que fue levantada por ingleses en 1626. Para mediados de 1630, cuando la disponibilidad de tierra estaba casi agotada y el deseo de sus pioneros de ampliar sus territorios había crecido, otro grupo de colonos se estableció al oeste de Salem. Esta última área pronto fue conocida como la aldea de Salem, que para 1660 también había prosperado notablemente en lo que concierne a la posesión de tierras.

Una vez establecidos los nuevos colonos, éstos se percataron que los vínculos que los unían con la Salem pionera cada vez eran más débiles, por lo que empezaron a velar por sus propios intereses. Así, una de las primeras exenciones que lograron con respecto a la madre Salem fue la de la vigilancia y leyes militares. Para 1672, la independencia de los nuevos colonos era casi un hecho, al permitírseles construir una parroquia.

Sin embargo, la parroquia nunca fue independiente de la iglesia que regía lo mismo a la vieja que a la nueva Salem, por lo que la gente de este último lugar, si deseaba hacer algún trámite eclesiástico, debía caminar varios kilómetros en condiciones francamente hostiles. Asimismo, la iglesia de Salem cobraba impuestos muy altos a su similar de la aldea. La lucha entre los dos pueblos, uno por independizarse y el otro por mantener el control, desembocó en una fractura religiosa que amenazaba estallar en cualquier momento. Para febrero de 1687 arribaron a Salem los jueces John Hathorne y Bartholomew Gedney, quienes a la postre ganarían una fama oscura, pues fueron las autoridades más feroces en la caza de brujas que estaba por venir.

En 1689, los aldeanos de la joven Salem sentían que tenían la independencia clerical a tiro de piedra y celebraron el nombramiento de su cuarto ministro religioso, el reverendo Samuel Parris, quien era un hombre de voluntad férrea que a menudo se refería en sus sermones al conflicto eterno entre el bien y el mal, entre Cristo y Satán, así como a los enemigos que acechaban dentro y fuera de la iglesia.

Por su parte, muchos clérigos de la madre Salem se referían continuamente a los nuevos colonos como personas poco temerosas de Dios que llevaban una vida licenciosa, y sugerían que tales faltas serían castigadas algún día no muy lejano por el Altísimo. Ese día no muy lejano se presentó a finales de enero y principios de febrero de 1692, cuando Betty, de nueve años de edad, y Abigail Williams, de 11 —hija y sobrina del reverendo Parris, respectivamente—, además de Ann Putman, Mary Walcott y la esclava india de Parris, Tituba, fueron acusadas de “sufrir aflicciones”.

¿A qué aflicciones se referían los acusadores? Un reverendo de nombre John Hale especificó de la manera siguiente los síntomas aflictivos: “Esas niñas han sido mordidas y pinchadas por agentes invisibles; sus brazos, cuellos y espaldas así lo demuestran… En ocasiones permanecen mudas, sus bocas se detienen, sus gargantas se cierran, sus labios se tuercen y su tormento es tan fuerte que podría conmover a una piedra; hay que sentir compasión por ellas”.

Una vez que se determinó que los síntomas de las jóvenes afligidas no pertenecían a ningún tipo de epilepsia y después de comparar su caso con otro similar ocurrido tres años atrás en Boston, la gente de Salem llegó a la conclusión de que estaba frente a un caso clásico de embrujamiento.

Los adultos presionaron a las jóvenes para que éstas identificaran a los agentes que les estaban haciendo daño. Por otro lado, una mujer llamada Mary Sibley denunció que Tituba, la esclava del reverendo Parris, había cocinado un pastel utilizando, además de los ingredientes habituales, la orina de las niñas. La gente ya no tuvo dudas y aseguró: “El diablo se ha levantado entre nosotros y su furia es vehemente y terrible”, tal y como lo escribió en su diario personal el propio reverendo ¡Samuel Parris!

Finalmente, para llegar al fondo de las cosas, fueron llamados tres atormentadores, quienes, con su acostumbrada paciencia y eficacia, arrancaron no solamente la verdad a las acusadas sino también algunos trozos de carne viva de éstas. En medio de gritos de dolor, de intolerancia religiosa y racial, dio inicio la peor cacería de brujas que el nuevo mundo tenga memoria, un concepto que ha quedado inscrito en el gran diccionario de la infamia humana y que se exhuma cada vez que el odio de cualquier calaña cabalga alegremente por las amplias llanuras de la historia.

5.- Mujeres sabias: brujas, universo femenino de sombras.

El reino de las brujas se ha erigido lo mismo en las parcelas infantiles de los cuentos de hadas que en el largo devenir de los mitos; desde ahí, la bruja ha encantado la conciencia humana durante miles de años. Para los psicólogos sociales —según Carole Fontaine, profesora de la materia Viejo testamento en la Escuela Teológica Andover Newton—, la bruja representa definitivamente el lado oscuro de la presencia femenina. Es la sombra. Es la mujer fuera de todo control.

¿Qué es una bruja? ¿Cuándo se originaron las creencias en este ser fantástico? ¿Existen o sólo son creaciones bizarras de la imaginería humana? Las preguntas podrían extenderse de manera ilimitada, aunque lo cierto es que con el paso de los siglos la imagen de la bruja ha sufrido una transformación extraña. En la antigua Escandinavia, Freya, la diosa de las profecías, surca los cielos en un carruaje. En la mitología griega es una mujer hermosa poseedora de sortilegios mortales. La hechicera Circe encantó con sus brebajes mágicos en forma vino de miel a los marineros de Ulises. Después, con el toque de su vara mágica, convertía a los hombres en cerdos. Todavía muchos siglos atrás, en la tradición hebrea, una mujer llamada Lilith, de cabello largo y rojo, irrumpía en los hogares desprotegidos para robar niños y el semen de los hombres.

La imagen de la bruja ha dejado su impronta en la conciencia moderna. No obstante, en sus orígenes primitivos los seres femeninos mágicos que poseían poderes sobrenaturales no eran vistos como fuentes de maldad. Por ello algunos investigadores del folklore de los pueblos hallan la génesis de la bruja en las deidades antiguas, cuyos poderes eran benignos.

Aquellas diosas, objetos de decenas de esculturas cuya antigüedad se remonta a más de dos mil años, fueron reverenciadas por sus habilidades mágicas para alentar la fertilidad de los campos. Deidades de creación todopoderosa manejaban a su antojo las fuerzas ocultas del universo. Durante miles de años, también, han recibido muchos nombres, pero todas fueron diosas supremas que presidían el congreso de las fuerzas sagradas de la vida y de la muerte, reverenciadas por aquellos que dependían de la tierra para su supervivencia. Elizabeth Say, profesora asociada de la Universidad Estatal de Estudios Religiosos, en Northridge, California, apunta: “La gente que dependía de la tierra para su sustento, de los ciclos de la naturaleza, de las capacidades reproductoras de la tierra, asociaba las fuerzas naturales con el cuerpo femenino, por lo que la identificación de lo femenino con lo sagrado poseía un sentido lógico”.

¿Cuáles eran los poderes mágicos que poseían las mujeres sabias? Registros de la antigua Turquía describen cómo la mujer sabia se sentaba dentro de un círculo sagrado, dibujado con sal, para recitar conjuros mágicos. Sus objetos rituales eran simples, aunque se creía que poseían poderes dirigidos a la salud y protección. Eran personajes positivos en sus sociedades. Ningún rey tomaba decisiones sin su consejo. Los ejércitos no podían recobrarse de una derrota de no mediar los rituales sagrados de las “sabias”. Ningún bebé podía nacer sin ayuda de las deidades. ¿Dónde se produce la gran bifurcación entre la expedición de ceremonias sagradas y los rituales que más adelante serían conocidos como brujería? Carole Fontaine dice al respecto: “Una de las cosas que a menudo vemos en el desarrollo de la historia de las religiones es el papel predominante que las diosas jugaron en la cosmogonía de los pueblos y que paulatinamente perdieron”.

Otros investigadores consideran que cuando los hebreos se asentaron en la tierra de Canán, alrededor del 1300 antes de nuestra era, impusieron la visión patriarcal de su origen. Algunos creen que en la historia de la creación bíblica, Eva es la versión mortal de la deidad antigua Ashtaroth. En el Jardín del Edén es a Eva a quien se responsabiliza por la caída de toda la humanidad. Obedeciendo las leyes de la Biblia, los hebreos condenaron la brujería como una práctica pagana, prohibiéndola en cada uno de los rincones de la tierra de Canán.

Paradójicamente, a pesar de la prohibición, una de las historias más misteriosas de la Biblia describe un encuentro mágico entre un rey bíblico y una bruja. Esta historia se ubica en un periodo en que el rey Saúl libra una batalla feroz contra los enemigos más poderosos de los israelitas. En la víspera de la batalla de Gilboa, el atribulado rey se reúne con una hechicera prohibida, con la esperanza de que ella conjure a un espíritu que pueda aconsejarlo desde la tumba. Es un relato fascinante, ya que precisamente fue Saúl quien casi desapareció a las brujas de la faz de la tierra.

Saúl visita a la bruja en la villa de Endor, en las afueras de Nazaret. Le pide que conjure al profeta Samuel, quien reposa en su tumba, para sí recibir la sabiduría que el rey requiere para la batalla. Sin embargo, el fantasma de Samuel no trae consigo buenas nuevas, pues predice al rey que éste morirá en la batalla. La predicción se cumple al día siguiente.

¿Qué hace una historia así en la sagrada Biblia, en una época ominosa para la brujería? Es uno de los misterios más antiguos que aún permanece sin respuesta.

6.- Más mujeres, más brujas: la herbolaria, motivo de persecución.

Pocas conductas en la historia de la humanidad se han salvado de la represión. Las hierbas, aunque parezca increíble, también han sido motivo de persecución, sobre todo las que cumplían una función contraceptiva. Las hierbas han acompañado a la mujeres en su larga lucha por evitar embarazos no deseados.

En Italia, a finales de la Edad Media, los miembros de una secta de fertilidad denominada “I Benandanti” mantuvieron entretenidos duelos con unas presuntas brujas de la localidad, quienes al parecer practicaban el control natal y el aborto. La Inquisición, para que no se pensara que actuaba de manera parcial, colocó a ambos grupos en el cadalso. Tales son los primeros debates entre la curandería —que a fin de cuentas desembocaría en la medicina— y la iglesia católica, la cual llegó a sugerir —hinchada de fervor religioso en favor de la procreación— que incluso el esperma era proclive de contener almas. Por el otro lado se estableció la medicina, que también se volvía menos tolerante y más profesional.

En la imaginación popular las brujas han estado siempre asociadas con la escoba. Empleada por ellas para volar por el aire, generalmente para dirigirse a los aquelarres. Esta creencia parece ser casi universal en todos los tiempos y regiones.

La escoba esta conectada con la varita mágica, ya que desde siempre se ha asociado con el servicio de la equitación mágica.

La madera de que estaban hechas ambas, era a menudo, según rezan los grimorios de avellano y olmo escocés. Aunque en tiempos de Delancre, las brujas del sur de Francia, preferían la madera llamada «Souhandourna», que era la «Cornus Sanguinea», la llamada popularmente «Madera de Perro».

“En medio de huracanes y tempestades, en el mismo corazón de la oscura tormenta, el convoy de brujas, montando a horcajadas en sus escobas, viajaba rápido hacia el aquelarre, profiriendo blasfemias y lujuriosas risotadas.

Sus horrendas risas y maléficas blasfemias sonaban más alto que el choque de los elementos desatados en el cielo, y se mezclaban con temible desacuerdo con el frenético sonido del vendaval y el horroroso aullido de los lobos”.

7.- Una religión oscura: el renacimiento de la práctica de la brujería.

A través de las centurias la imagen de la bruja declinó ostensible y gradualmente. Para principios del siglo XX, la hechicera atemorizante había sido reducida a una figura grotesca de Halloween o en sinónimo de suripanta. Peso a todo, en lo que es un fenómeno sorprendente, la bruja y sus antiguas artes han experimentado un dramático renacimiento en este fin de siglo.

Alrededor de 200 mil hombres y mujeres de Estados Unidos y Europa actualmente practican y estudian de algún modo la brujería. ¿Por qué, en países con una amplia y oscura tradición de acosamiento a la brujería, los individuos deciden transitar por un camino alguna vez considerado ominoso? Según Marie Guerrero, suprema sacerdotisa del Templo de los Nueve Velos, con sede en Los Ángeles, la brujería se ha ido desprendiendo de “interpretaciones erróneas; por ejemplo, los rostros verdes y los sombreros de pico; la voladora nocturna; el concubinato con el diablo. Existen demasiadas connotaciones negativas y mitos sobre las brujas, aunque yo les aseguró que no son ciertas”.

¿Qué estimuló el renacimiento moderno de la brujería? Los investigadores han localizado ese renacimiento en la obra sorprendente de una joven arqueóloga británica llamada Margaret Murray. En su libro no exento de controversia, The Witch Cult in Western Europe, publicado en 1921, Murray presentó una teoría novedosa: que en la historia de Europa, la brujería no fue simplemente un culto oscuro sino una fuerza religiosa dominante. Argumentó que las brujas perseguidas durante los siglos XV, XVI y XVII practicaban una religión pagana de amplia aceptación en el viejo continente.

La visión romántica de Murray, de un culto poderoso de brujas, fue desechada por la mayoría de los historiadores. No obstante, el libro reactivó la fascinación por la brujería. Para mediados del presente siglo, la brujería moderna se convirtió en un sendero espiritual para miles de creyentes, quienes denominaron a su nueva religión “Wicca”, término derivado de una antigua palabra anglosajona que significa “arte de la sabiduría”. Inspiradas por sus orígenes remotos, las brujas modernas basan sus conocimientos en los elementos rituales más simples —velas, hierbas, incienso y cristales—, los cuales, según los creyentes, están imbuidos de propiedades mágicas. La forma en que funcionan dichos poderes se reduce a controlar las fuerzas de la naturaleza.

De todos los rituales de la brujería contemporánea, el Sabbath es quizá el más importante. Hay que apuntar que el moderno Sabbath no tiene ninguna relación con el ritual llevado a cabo en la época en que la quema de brujas alumbró los horizontes culturales tanto de Europa como de Estados Unidos. Es decir, los pactos con el diablo han quedado en el olvido. El Sabbath actual se realiza a mediados de verano, en la noche más corta del año. Brujas y brujos se reúnen en las colinas y juntos celebran la estación. Para las brujas de este fin de siglo, como para las que esculpieron la leyenda, lo divino no está separado del mundo. Todo lo contrario, el mundo es el plano de lo sacro. No hay ningún lugar a dónde ir, simplemente el cambio es continuo y eterno, siempre de manera circular.

La brujería de nuestros tiempos no se ha mantenido al margen de la moda light. Atrás quedaron las épocas en que un simple testimonio oral, proviniera de donde proviniera, era más que suficiente para convertir en aceite a la hechicera más recalcitrante. Hoy, las amantes de la noche utilizan sus poderes para redactar libros de recetas afrodisíacas, horóscopos, cursos de aromaterapia, fabricación de velas multicolores y de vez en cuando para hacer unas cuantas limpias. ¿Por qué? Simplemente porque las brujas modernas se adhieren a su código ético, de “Haz lo que tienes que hacer, pero sin lastimar a nadie”, tal y como lo señala Janet Farrar, autora del libro The Witches´ Way: “Cuando te conviertes en una bruja, lo primero que tienes que aprender es acerca del poder natural del universo, que está alrededor de todos nosotros y que utilizamos todo el tiempo. Puedes quemarte los dedos con él. Por eso lo debes utilizar sabiamente, en un sentido siempre positivo”.

Carole Fontaine, profesora de Viejo Testamento en la Andover Newton Theological School, es un poco más explícita en el tema: “Creo que la gente de hoy, por lo menos la de este siglo, no cree en la brujería, puesto que vive en un mundo mecanizado. La materia está muerta para nosotros. Es algo que debe ser explotado. No está imbuida con poderes mágicos. Considero, sin embargo, que debemos empezar por remover el viejo universo newtoniano, que debemos movernos a través de un universo de posibilidades infinitas planteado por Einstein, dentro de un mundo posmoderno, donde comprendamos poderosamente el efecto de los eventos al azar y el efecto de la observación”. El siglo XX se ha distinguido por la convivencia de viejas y nuevas creencias, así como de renacimientos, en el que la bruja ha regresado una vez más a reclamar su antigua herencia, que ha sido etiquetada como maligna, pero que a partir de las investigaciones de Margaret Murray han tomado un renovado sesgo, inclinándose a rescatar un legado de sabiduría tradicional y natural. Y algo han obtenido las brujas en esta época de escepticismo e indiferencia: que la Wicca, el sendero espiritual de las voladoras nocturnas, actualmente tenga la categoría de religión y que, al igual que otras religiones, descansa en sus propios dogmas, que en este caso son la fe en los poderes divinos y el respeto profundo en las fuerzas de la naturaleza

fuente texto: carla sagan, malleus malleficarium,

fuente imagenes: cementerio gotico


DIVINA COMEDIA. EL INFIERNO RESIDENCIA DE LA PERSONIFICACIÓN DEL MAL: inscripción en su puerta

octubre 31, 2013

http://es.wikisource.org/wiki/La_Divina_Comedia:_El_Infierno

“Por mí se llega a la ciudad doliente.
Por mí se avanza hacia la eterna pena.
Por mí se va tras la perdida gente.
Dios al pecado señaló condena
y surgí entonces cual suprema alianza
del poder sumo y la justicia plena.
Y no existiendo en mí fin ni mudanza
nada me precedió sino Dios mismo.
Los que entrais perded toda esperanza.”

http://www.noticias21.com/node/1372

Autor Pablo Martín Cerone
La Personificación del Mal. La existencia de una entidad sobrenatural maléfica, que actúa en contraposición a la voluntad de un Dios benévolo, es creencia tanto del cristianismo como del Islam. Pero ambas religiones son monoteístas, y por ende, dicha entidad no puede ser una figura igual a Dios sino una mera criatura, y su derrota en el Fin de los Tiempos se tiene por artículo de fe. (El judaísmo llega aún más lejos: algunas de sus corrientes incluso consideran idolatría la creencia en un ser trascendente con autoridad sobre el reino metafísico del Mal, e incluso interpretan la participación de Satanás en el Libro de Job de un modo totalmente diferente. Un antiguo Rabino de Roma, Elio Toaff, afirmó que «Satanás es considerado como uno de los ángeles que están al servicio de Dios. ¿Porque tiene esta horrible fama? Solamente porque su deber es el de poner en evidencia los pecados, los vicios del pueblo. Es el ángel acusador, que le hace ver a Dios el lado peor del pueblo de Israel»).
Varias herejías cristianas han sostenido que el Mal es un principio igual al Bien, de los bogomilos a los cátaros o albigenses. Se da por seguro que esta creencia es una herencia de la religión maniquea, la cual, a través del mandeanismo, recibió la influencia de la antigua religión persa, el mazdeísmo, en la cual existe un principio del Bien identificado con la Luz (Ormuz o Ahura Mazda) y otro del Mal y las Tinieblas, Arhimán
Domicilio. La residencia del Diablo en el Infierno (del latín infernum, «inferior») ha quedado fijada para toda la eternidad por el Canto XXXIV de La Divina Comedia, escrita por el florentino Dante Alighieri a comienzos del siglo XIV. Sin embargo, la teología católica ha evolucionado hasta considerar al Infierno, más que la residencia de Satán o un lugar destinado al castigo eterno de los pecadores, «la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría», como afirmara el Papa Juan Pablo II en 1999.
Dada la condición penitenciaria del Infierno, se suelen usar como sinónimos del mismo a nombres que corresponden a concepciones similares, pero que no guardan relación con morada alguna del Príncipe de las Tinieblas. Sheol es el nombre que el Antiguo Testamento asigna a la morada de todos los muertos, sin distinción, y la descripción de la misma varía según el texto. Gehena es un nombre hebreo del Valle de Hinón, cercano a Jerusalén, donde se arrojaban los cadáveres de criminales tan execrables que no se les consideraba dignos de recibir sepultura, así como cuerpos de animales muertos y hasta basura: pronto adoptó el sentido de lugar de aniquilación definitiva, sin remisión. Hades, Tártaro y Averno son nombres clásicos para el mundo de los muertos, repetimos, sin relación directa con el domicilio del Diablo.
La Iglesia de Satán. Anton Szandor LaVey, el Papa Negro (neé Howard Stanton Levey, 1930-97) es un ocultista norteamericano que fundó la Iglesia de Satán el 30 de abril de 1966. Ésta no tiene nada tiene que ver con sacrificios humanos o venerar al Diablo: ve en Satán a un símbolo de la inteligencia, un ángel de Dios que pensó por sí mismo y se rebeló contra él. Celebra la libertad y reniega del cristianismo, así como de la truculencia de los cultos satánicos, a los que acusa de ser tan negativos como el cristianismo.
Cree en la dualidad del Bien y el Mal y afirma que la Iglesia de Satán es la unión de esos extremos, el ying y el yang, ya que sin Bien no habría Mal y sin Mal no habría Bien. Su símbolo principal es una estrella de cinco puntas.
La Iglesia de Satán es un culto reconocido como tal por el gobierno federal de Estados Unidos. Hasta tal punto es un culto que ha padecido escisiones heréticas, como la del Templo de Set de Michael Aquino, que considera que Satanás no es un simbolismo, sino una entidad real a la que rinde culto.
Cacodelphia: el Infierno Porteño. En el libro séptimo del Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, el protagonista es guiado en su descenso a los infiernos por el astrólogo Schultze, una versión apenas disimulada del inclasificable y casi insondable Xul Solar. Descienden al Averno (la oscura ciudad de Cacodelphia, o «ciudad de los hermanos malos» en griego) en el bajo Saavedra, en Buenos Aires, donde, a principios del siglo pasado, «la urbe y el desierto se juntan en un abrazo combativo» (hoy la zona está completamente urbanizada). Se accede a la ciudad a través de un ombú, que se abre a partir de un conjuro que involucra tanto saberes cabalísticos (el Tetragrámaton) como gauchescos (los nombres de Martín Fierro, Juan Sin Ropa y Santos Vega). La estructura de la misma es similar a la del Infierno del Dante, y le sirve al autor para satirizar a sus contemporáneos: los habitantes de cada barrio de la ciudad comparten un vicio o pecado capital. Así, por ejemplo, tenemos el Plutobarrio, el barrio de la Avaricia (donde se adora al oro) o el barrio de la Soberbia, donde se halla emplazado el Senado de Cacodelphia, o el de la Lujuria, que alberga al recordado Frontón de los Verdeviejos y al Estanque de los Lujuriosos.
Otros infiernos. El infierno sabiano consiste en cuatro vestíbulos superpuestos con hilos de agua sucia en el piso, y de un vasto recinto principal polvoriento y deshabitado. El lóbrego infierno del místico sueco Immanuel Swedenborg es una comarca pantanosa, regida por demonios que acaban sucumbiendo a su propia monstruosidad: los condenados habitan en él porque no pueden soportar los esplendores del Cielo. G. B. Shaw (Hombre y Superhombre) le da un carácter más bien metafísico: los condenados a padecer su eternidad se distraen con los artificios del lujo, el arte, la erótica y el renombre
Autor Pablo Martín Cerone

ANEXO: AQUELARRES Y BAILES DE DIABLOS ROJOS

Diablos Rojos : se hacen llamar así las parcialidades de clubes de fútbol como Independiente de Avellaneda, América de Cali, Ñublense de Chile, Toluca, Manchester United, Kaiserslautern, Al Ahly de Egipto, así como las selecciones nacionales de Bélgica y Congo. Los Diablos Rojos del DF mexicano son un popular equipo de béisbol
Baile de diablos. El Diablo es una presencia perceptible en la música popular. Limitándonos al rock, el pop y el blues, y sin rompernos demasiado la cabeza, podemos citar «Sympathy for the Devil» (Rolling Stones), «Me and the Devil blues» y «Crossroad blues» (Robert Johnson), «Friend of the Devil» (Grateful Dead), «Devil in her heart» (The Donays y luego The Beatles), «Devil’s dance» (Metallica), «Devil’s haircut» (Beck), «Black Sabbath» (Black Sabbath), «The number of the beast» (Iron Maiden), «The Devil’s been busy» (Traveling Wilburys), «Encuentro con el Diablo» (Serú Girán), «Balada del Diablo y la Muerte» (La Renga). Además, claro, de «Zatán, Zatán» de Quiste Sebáceo, el imposible rockero ceceoso creado por Diego Capusotto…
Aquelarres. Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio. Estas reuniones recibieron diversos nombres, aunque predominan dos: sabbat y aquelarre. La primera de estas denominaciones, es casi con seguridad, una referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas y los que, según calumnias desgraciadamente muy populares, cometían los judíos. La palabra aquelarre, en cambio, procede del vasco aker («macho cabrío») y larre («campo»), en referencia a la finca en que supuestamente se practicaban dichas reuniones en Navarra.
Según se creía, en los aquelarres se practicaban ritos que suponían una inversión sacrílega de los ritos cristianos. Entre ellos estaban, por ejemplo, la recitación del Credo al revés, la consagración de una hostia negra o la bendición con hisopo negro. Además, casi todos los testimonios hacen referencia a actos de infanticidio, antropofagia, consumo de sustancias alucinógenas y promiscuidad sexual: de hecho, uno de los ritos que simbolizaban la adoración del Diablo consistía generalmente en besar su ano (osculum infame). Probablemente, en la raíz de estas creencias bastante fantasiosas estaba el recuerdo deformado de antiguos rituales paganos, cuyo ejemplo más conocido en la actualidad es el de aquellos relacionados con el dios griego Dioniso.
Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos de los más célebres escenarios de aquelarres fueron las cuevas de los Pirineos en España y Francia, el Monte Brocken en Alemania, y el nogal de Benevento y el Paso de Tonale en Italia